No como, no bebo. ¿Que de qué vivo? Vivo del aire, señora. Abra la boca lo más grande que pueda, ábrala sin miedo. Ahora, adelántese un poco hacia el aire, sin miedo, no se preocupe, no muerde, es como si usted se comiese un puchero al despertarse de un cálido invierno. Pruébelo, pruébelo. Delicioso, ¿ verdad? Tiene un gusto un tanto salado, lo sé. Llevo comiendo aire desde que tengo uso de razón y razón tampoco es que tenga mucha, y vida tampoco, pues al fin y al cabo, acabo de nacer como quien dice. Tengo 100 años recién cumplidos y me queda una vida por vivir. Viviré del aire como mi señor me manda todo los días. ¿Quién es mi señor? Esa gaviota que ve usted ahí. ¿Que no la ve? ¿Cómo no la puede ver? Si es enorme y la está mirando con su ojo en horizontal.

Rico y poderoso aire que me excita, me calma y me sacia. Que bueno estás, aire. Si fueses una persona, sería caníbal. Gracias señor por este rico manjar. ¿No le he explicado las propiedades del aire? Valga mi señor que alelado me encuentro. El aire es lo mejor que puede existir, el oxígeno que llega a sus pulmones, el nitrógeno que la alimenta para todo el día, puede repetir, por supuesto. El vapor de agua que le sacia la sed solitaria por tu garganta. Y por último, el argón, sin forma definida ni color, como dice Mecano. Si es que ya lo decía Ana Torroja, señora, aire.

¿O es que acaso no recuerda que el alimento que usted toma tiene los mismos componentes?

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