A la vida te invitan, aunque es la decisión de cada uno vivirla plenamente o no.

En el primer caso, debemos lograr nuestros objetivos personales y rodearnos de buena familia, con la que uno viene al mundo y la que se hace, todo esto para después irnos sin arrepentimientos.

La vida es una oportunidad, una oportunidad a la que eres invitado. Un buen huésped conoce y respeta las reglas de la casa que visita. Yo lo resumiría en dos reglas básicas, pero necesarias.

La primera norma es agradecer. Agradece el hecho de poder presentarte al mundo, y lo más importante, de poder vivirlo. La segunda es ayudar a mejorar la herencia que les dejamos a los siguientes huéspedes. A veces, es tan simple como no dañar lo recibido y dejarlo como estaba.

Con estos simples pasos serás un buen invitado a la vida; de ti, de ti depende mejorar la casa donde te han ofrecido vivir.

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